domingo, 16 de marzo de 2008

Sobre los libros usados en Ecuador

Leemos en el diario ecuatoriano El Comercio del día de hoy un magnífico reportaje sobre el mundo de los libros usados en Ecuador.

Por su interés para nuestros lectores bloggeros reproducimos el reportaje, escrito por el redactor Diego Cazar Baquero, a continuación:

"El buscador sigue el rastro del libro ‘Historia del Reino de Quito en la América Meridional’, del P. Juan de Velasco.

Al entrar en la Librería Nacional, en la esquina suroriental de las calles García Moreno y Olmedo, se encuentra en un pequeño habitáculo cuyas altísimas paredes lucen cubiertas de libreros repletos. No hay mucho espacio para caminar ahí dentro. El piso de madera cruje y se hunde un poco mientras el buscador otea las vitrinas y recibe los guiños de un par de lomos azules, donde lee ‘Los miserables’, de Víctor Hugo. Entonces sabe que su estancia se ha vuelto adictiva.

Detrás del mostrador, un hombre algo mayor, pequeño y robusto, contempla desde un banquito y murmura: “Ya son pocos los que leen... si supieran que aquí no hay nada en comparación con lo que tengo adentro”. Es Julio Álvarez, propietario del lugar. Lleva 30 años dedicado a los libros usados, a pesar de que el negocio ya no es rentable. Prefiere la literatura ecuatoriana y los textos históricos.

Si el comprador le simpatiza, si encuentra con él algún tipo de empatía gracias a su “olfato de hombre de cultura”, este anfitrión le ofrece cruzar detrás de esas cuatro paredes. Sus pasos cortos, firmes, son la guía para descubrir que el local de libros es apenas un lunar de la inmensa casona.

El buscador recuerda los cuadros laberínticos del holandés M. C. Escher: un universo de pasillos, balcones, pisos falsos, puertas y escaleras; una puerta que lleva a otra, habitaciones cuyas llaves se han perdido, y el gran tesoro oculto: casi 20 cuartos llenos de libros. Montañas de hasta dos metros de alto, entre polvo y polillas. “Esta es la casa misteriosa y la de los libros que no valen nada”, dice Álvarez con ironía, y muestra los ejemplares originales de la ‘Historia del Ecuador’, escrita por González Suárez, las ‘Catilinarias’ (1880), de Juan Montalvo, o la ‘Historia de Colombia’, cuya escritura fue ordenada por el mismísimo Simón Bolívar y publicada en 1827.

El buscador procura no perder de vista un solo centímetro, seguro de que -entre uno que otro Cuauhtémoc Sánchez y más polillas- hallará más de lo que buscaba.

Más escaparates

Ni antigua ni tradicional, la librería La Maga (en la 18 de Septiembre, entre Amazonas y 9 de Octubre) es uno de los nuevos escaparates donde el peso del tiempo es un atractivo olor a humedad y manchas amarillentas sobre las pastas de cuero. El pasado, como criaturas invisibles, emerge de entre las páginas al abrir un libro.

Martha Guerra, su dependienta, es la encargada de negociar los precios de cada objeto. Una edición de ‘Cumandá’, del ambateño Juan León Mera, fechada a 1943, cuesta USD 12, con posibilidad de regatear. En sus primeras páginas consta una carta suya dirigida “al Excmo. Señor director de la Real Academia Española”, a 10 de marzo de 1877. “Por el año de edición, entre USD 10 y USD 12 le cuesta este”, asegura Guerra. “Aquí vienen muchos abogados -dice- buscando libros de historia del Ecuador o de Historia Universal”.

Enseguida, da la bienvenida a un cliente. “¿Tiene guías para catar vinos?”, le pregunta el hombre. Martha no tarda en conseguir lo que él busca y pide USD 10 por el ejemplar. Él le ofrece USD 5. “No menos de USD 9”, sentencia ella, y la transacción se consuma.
La Santa Biblia, en braile, ‘Obras completas’, de Moliére; ‘Memorias de ultra-tumba’, “por el vizconde de Chateaubriand, traducida al castellano. Tomo I. Madrid, 1849”, son algunos de los ejemplares que más llaman la atención. Un sello casi desvanecido por los años da fe de que alguna vez un tal Luis Alberto Jaramillo fue el dueño de ‘Memorias...’.

A pocas cuadras de La Maga, en la San Gregorio y 10 de Agosto, está la librería Andreíta (hasta hace cuatro años se llamó Aprendamos, funcionaba en la 9 de Octubre y Patria). Un rótulo sobre la acera reza: “Compra, venta, alquiler. Libros usados”. Su propietario, Gabriel Chiluisa, de 45 años, es un heredero del oficio. Su padre atendía en un local de la terminal de Cumandá, cuando él era apenas un crío. Desde entonces, no abandona la pasión “por vender barato porque la gente no puede comprar libros nuevos tan caros”.

Chiluisa usa un sistema propio “de rebajas”: fija un precio cuando los vendedores le entregan sus libros y cada cierto tiempo lo baja, hasta que lleguen a un estante, en el centro de su local, a un precio de USD 0,50. Según él, los libros técnicos, los de autoayuda y filosofía oriental tienen mayor rotación. Osho cuesta hasta USD 7, Paulo Coelho, USD 4, mientras que una edición de 1945 de las poesías completas de José Joaquín de Olmedo está valorada en USD 3, y nada menos que ‘Trópico de Cáncer’, de Henry Miller, cuesta USD 6. “Yo trabajo de acuerdo a la demanda”, explica Chiluisa.

El buscador

Cuatro horas después de iniciar su pesquisa, el buscador ha escuchado casi toda la historia de vida de don Julio, quien reconoce como sus maestros a los libreros de su niñez, Humberto Santamaría y Ernesto Villagómez. “Yo soy un mecenas pobre, un loco enamorado de la música y de mis libros”, le ha dicho Álvarez.

El buscador ya tiene en sus manos un ejemplar encuadernado de la ‘Historia del Reino de Quito...’, por USD 20, los dos tomos de ‘Los miserables’, por USD 10; ‘La Hojarasca’, de García Márquez, por USD 2; los dos tomos de ‘Guerra y paz’, de Tolstoi, por USD 10, y su adicción le lleva a hurgar unas horas más en los libreros de las tradicionales ‘huecas’ de la Oriente y Vargas.

Algunos sitios de libros usados son también anticuarios

Muchas de las librerías de la ciudad, dedicadas al negocio del intercambio, alquiler, compra y venta de libros usados, también disponen en sus vitrinas un determinado ‘stock’ de antiguedades y otras curiosidades. La Maga vende radiotransmisores de los años cuarenta y cincuenta, vitrolas, cámaras fotográficas o reproducciones falsas de piezas arqueológicas, como ‘souvenirs’, especialmente para turistas.

Julio Álvarez, de la Librería Nacional, es un ferviente coleccionista de estampillas y monedas de todo el mundo. Sabe con quién hacer sus negocios y conoce bien qué parte de su inmensa mercadería puede vender y cuál debe conservarse.

Gabriel Chiluisa, de la librería Andreíta, ofrece discos de acetato de 33 y de 45 revoluciones, usados, con éxitos de la primera mitad del siglo pasado. Los precios son negociables en cualquiera de estos locales. La pasión, quizás, es la misma.

Otros escaparates

Selemar, en la Benalcázar 4871 y 24 de Mayo; Multilibros J.V.C., en la 10 de Agosto, frente al Consejo Provincial, y en las calles Oriente Oe3-136 y Vargas; la librería Curicó, en la 6 de Diciembre y Colón.

En la Calamay Juan León Mera funciona la librería Confederate bookstore, de Bill Grok. Ofrece libros sobre Latinoamérica escritos en inglés. (billgrok@hotmail.com)

Buenos Aires o La Habana son ciudades en las que tanto los espacios públicos como centros privados permiten desarrollar el oficio."

1 comentario:

Carola Arnés dijo...

Hola!
Exelente blog!!
Peroquisiera saber quién lo escribe... o quiénes?
A mi me gustanmucho los libros también, aunque no llego a este nivel.. yrealmente admiro esta iniciativa.
Espero no les haya molestado que los "linkeara" en mi blog para que más gente pueda leer este Blog.

Saludos desde Chile!

Carola