Tras los libros robados de la Biblioteca Girolamini
Aunque se han recuperado varios miles de libros faltan aún unos 1.300 volúmenes por recuperar. Un año y medio después de que saltara el escándalo de la Biblioteca Oratoriana dei Girolamini de Nápoles (Italia), que fue desvalijada por un director sin escrúpulos y con una estrecha relación con el ex-senador Marcello Dell'Utri, los libros antiguos que faltan por encontrarse son muchísimos.
Sala A de la Biblioteca dei Girolami
El cuerpo de Carabineros que se dedica a la tutela del patrimonio artístico ya ha investigado en numerosos países extranjeros, desde los Estados Unidos a Suiza, desde Francia a Argentina, con resultados importantes aunque aun no definitivos. Se ha encontrado, por ejemplo, un "Kalendarium" en pergamino del astrónomo alemán Regiomontano, impreso en Venecia en el 1476 que estaba junto a otras seis obras de análogo valor en la Librería Thomas-Scheler, en París. O también el manuscrito del siglo XIII “De re medica”, del cirujano italiano Guglielmo da Saliceto, adquirido por 110.000 euros por un coleccionista suizo. Pero el trabajo que aun queda por hacer es mucho, con libros desaparecidos como una “Astronomia nova” de Kepler de 1609, o un incunable con las "Obras" de Aristóteles, impreso en 1495 por el célebre tipógrafo veneciano Aldo Manucio.
El responsable número uno se llama Marino Massimo De Caro, un consejero del ex-ministro de Bienes Culturales, Giancarlo Galan,
nombrado director de la Biblioteca Girolamini al inicio de junio de 2011. Tras diversas investigaciones se ha visto que De Caro también había sustraído otras obras en numerosas bibliotecas italianas, desde la Nacional de Nápoles a la
de la Abadía de Montecassino. Una parte de las obras desaparecidas, cerca de 2.700, han sido encontradas en Italia y en Alemania, donde 543 tomos han sido encontrados en la librería especializada “Zisska & Schauer” el día anterior a ser vendidos en subasta.
Marino Massimo De Caro
El ex-senador Dell'Utri recibió de De Caro como regalo al menos 14 volúmenes robados, ya recuperados y de los que faltaría al menos una edición del
1518 de la Utopia de Tomás Moro.
Sólo el valor de algunos ejemplares ascendía a un millón de euros, y es que entre las obras figuran el original de La Divina Comedia; una singular edición de la La Enciclopedia de Diderot y d’Alembert; la edición parisina de 1610 de Jerusalén liberada de Tasso; La Teseida de Boccaccio, así como volúmenes de Séneca o Virgilio. Hace más de un año algunos de ellos fueron a parar al catálogo de la famosa galería
londinense de subastas Christie’s, que al descubrirse el escándalo se
afanó en retirar rápidamente.
El escándalo saltó hace más de un año y medio cuando un investigador de Historia del Arte de la Universidad de Nápoles, Tomaso Montanari,
visitó la biblioteca e, indignado por la falta de libros y el desorden
general, decidió publicar un incendiario artículo en el diario Il fatto Quotidiano. Entre sus críticas revela el “deplorable” estado de la biblioteca y la “conocida cleptomanía” de su director.
“El desorden que reinaba en la sala era extremo, los libros estaban
apilados de cualquier manera sobre las mesas e incluso por el suelo
entre botellas de Coca-Cola”, relataba el historiador. El surrealismo de
la historia continúa: “Cuando estaba viendo este caótico panorama entró un perro con un hueso en la boca y se dispuso a realizar sus necesidades sobre una de las mesas”.
La idoneidad de De Caro para regir una de las bibliotecas más
importantes del mundo también fue puesta en duda por Montarini:
“Nombrarlo para regir la institución ha sido poner un queso delante de
un ratón”. Y es que, además de no contar con estudios superiores, ya
había sido acusado en Florencia del robo de un incunable del siglo XV
e implicado en el robo de pergaminos en la Biblioteca Nacional de España, así como en la de Zaragoza.
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